
Causas físicas y causas psicosomáticas de la vulvodinia
La Dra. Heraso establece que el dolor vulvogenital puede ser un proceso puramente “fisiopatológico”, es decir que tenga su origen en la Neuropatía del nervio Pudendo, bien por atrapamiento muscular en contracturas del suelo del periné, bien por irritación a su paso en las proximidades de las articulaciones de las caderas inflamadas o bien por ambas cuestiones.
Pero también a lo largo de los años ha concluido, que puede ser también un proceso “psicosomático” y que el problema se haya profundizado, es decir, que una alteración en el estado de ánimo por cuestiones acontecidas en la esfera psicosexual de la persona, sea el sustrato previo. Por una sensibilización del Sistema Nervioso Central, que conduce a una hiperestesia (disminución de la resistencia al dolor), debida a un trauma previo. A lo largo de su experiencia, se ha encontrado situaciones muy variadas sufridas por mujeres, en sus distintas biografías, como pueden ser: agresiones sexuales, abusos, abortos, experiencias ginecológicas traumáticas, vida de pareja complicada, creencias religiosas relacionadas con el concepto de lo que es pecado o no; culturales que relacionan que el sexo debe doler… por ignorancia. Distorsión de la educación por parte de progenitores o educadores, y un largo etcétera en el que cabe la posibilidad de ausencia total de educación sexual. Algo de todo esto, suele estar presente en muchos casos, escondido frecuentemente en el subconsciente de la persona, para poder sobrevivir, pero que sale a la luz en forma de enfermedad.
Por qué: porque la persona no puede evitar hacerse consciente de que «tiene sexo», «tiene genitales» y ello le hace tomar una postura característica de protección instintiva, que consiste en juntar y cruzar los muslos. Las caderas con tanta exigencia de rotación interna por la abducción, se lesionan… comienza el proceso.
El sexo es la parte de nuestro organismo más reprimida, cargado de ignorancia y tabúes culturales y religiosos. Por ello, lo más frecuente suele ser que la vulvodinia tenga su origen, en un proceso «anímicopsicosomático» coexistiendo con causas fisiopatológicas. El resultado final, sea cual sea el origen del proceso, físico o anímicopsicosomático, siempre es el mismo, dolor. Y este dolor será transmitido por el nervio encargado de la sensibilidad de los genitales, es decir el Nervio Pudendo. Nervio que se va ramificando y, dependiendo de donde esté lesionado, habrá un mayor o menor territorio afectado (1).
No es lo mismo una neuropatía en una ramita superficial en el ano, en la vulva o en el clítoris que la lesión del tronco central del nervio pudendo, en cuyo caso afectaría a toda la región genital.
Tiene una característica común con la neuralgia del Trigémino, la cual puede ser unilateral, llegando el dolor, justamente hasta la línea media de la cara. En el caso del pudendo, también puede ser unilatral, aunque es mucho menos frecuente, pues cuando llegan a la consulta, llevan ya tantos años con el “Cuadro”, que suelen estar afectados los dos lados.
Exite contractura muscular que puede ser secundaria al dolor, como una contractura antiálgica, o primaria, en los casos en que un problema psicológico mantiene una actitud defensiva con la consiguiente contractura del suelo perineal. La inflamación de las caderas puede ser debido a un traumatismo o sobreesfuerzo, o bien en respuesta a esa actitud defensiva, como hemos visto, que al contracturar los músculos provoque una rotación interna de caderas que inflame la articulación y que por vecindad irrite al nervio pudendo. En cualquier caso, relajar la zona, con espasmolíticos y anestésicos, mejora la situación de compresión del nervio aprisionado y aumenta el riego sanguíneo, con lo que los tejidos se van a oxigenar y nutrir mejor, evitando infecciones, hongos, etc.… y se limpian toxinas y neurotransmisores responsables del mantenimiento del dolor.
Al hacer una completa exploración de todas las estructuras de la pelvis en las pacientes con vulvodinia, la Dra Isabel Heraso, según expone en su libro “El sexo en la Mujer” (2) constata que la inmensa mayoría de las pacientes presentaban dolor a la exploración en ambas caderas. Sólo un porcentaje reducido de estas pacientes eran conocedoras de haber tenido lesión de caderas, siendo, en la mayoría de los casos, un dolor que percibían sin ser considerado como limitante para la vida diaria, y en otros casos, dada la intensidad del dolor vulvar, sólo se hacían conscientes del dolor de caderas a la exploración de las mismas.
Dados estos hallazgos, la Dra. Isabel Heraso verificó, mediante disecciones en cadáveres en la Cátedra de Anatomía de la Universidad Complutense de Madrid, junto con el entonces Catedrático de la misma, Dr.José Francisco Rodriguez Vázquez, la relación anatómica del nervio pudendo con la articulación de las caderas (2).
Autor: Dra. Susana Martínez Calvo
Tutor: Dra Mª Isabel Heraso Aragón
2017
Información y petición de cita en la Unidad del Dolor de la Dra. Heraso.
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